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En el teatro, soy el único espectador de unos telones que se caen al empezar. Solo entre fantasmas bajo manos que no alcanzan. Mi próximo movimiento condicionado por el eco bajo el vértigo de un estruendo en mil aplausos que no entiendo. Me despierto. Hoy agujas al azar.

Y me caigo en paz, porque sé que se sonríe en el vacío respirando agua si no hay aire. Oscilando en la envolvente... de un espacio de Baire sin derivar al que me iré.

Miro y asola como el fragor de la mirada que no he visto, el náufrago sin isla, en el océano de mis lágrimas esperando a que el dolor desista. Así eviscera sal al mar.

(...)

Y esperando un sueño.... al final me desabrazas con tu invierno y el frío lo vuelve cristal. Una espera a la impaciencia. Escribo tu nombre en una piedra y lanzo el futuro al agua. Y así mueren, en su muerte imposible, grises los cien mil tonos de azules que no viste.

(...)

Huyes de todo... y nada existe.

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